Recuerdo mis primeros contactos con el mundo del vino.
Era un chiquillo cuando, en el restaurante de mi familia, Las Tinajas de Cubas de la Sagra (Madrid), empecé a tomar contacto con la hostelería.
Servía vino, sin conocer realmente qué era.
Allí me enseñaron que el vino para el menú del día, era un tinto de Valdepeñas y siempre debía preguntar si lo querían solo o con Casera. Casi nadie pedía vino blanco para el menú. Y si no tomaban menú, y pedían “a la carta”, entonces había unos vinos especialmente indicados para recomendar: de Rioja siempre teníamos Cune, Marqués de Cáceres, Marqués de Riscal o Faustino I y de Ribera del Duero: Protos, Hacienda Monasterio o Viña Mayor. Poco más. Quizá algún Pata Negra, Guadianeja o El Vínculo por la cercanía del restaurante a Castilla La Mancha, y si eran fiestas o fechas señaladas, mi padre compraba algún Pesquera, y me decía: -cuidado con éste, que es de los caros.
Otras lecciones que aprendí allí eran:
. Las copas pequeñas son para los vinos servidos por copas, las copas grandes úsalas para los que te pidan una botella de las buenas.
. Los tintos se sirven a temperatura ambiente, los blancos y rosados bien fríos.
. Los cavas son para los cumpleaños o Navidad.
Seguro que más de uno se sorprenderá, pero la hostelería de hace más de veinte años en un pequeño pueblo al sur de Madrid, era esa. Pero también aprendí muchas cosas que son muy válidas a día de hoy:
. El respeto máximo por el cliente, sea de la condición que sea: Teníamos clientes que tomaban solo un café o un menú del día de 1000 pesetas, y otros que gastaban mucho más, y todos, sucios o limpios, eran igual de importantes.
. “Antes de servir, escribir”: Con esta frase grabada a fuego, no se escapaba nadie sin pagar. No se nos olvidaba a ningún camarero, anotar las consumiciones de una ronda o las segundas y terceras botellas. Antes de servirlo, siempre anotábamos todo, y no se olvidaba nada.
. El valor de las cosas: Cuando tienes un negocio propio y ves el esfuerzo que conlleva, valoras mucho más cuando ya no lo tienes, y trabajas para otra empresa.
Pero volvamos al vino. Recuerdo que no me gustaba especialmente beberlo. Alguna vez que otra lo probaba, pero no le encontraba nada especial. Pero me llamaba mucho la atención.
Cuando acompañaba a mi padre al mercado, yo me encargaba de comprar los vinos. Y además de los de siempre, le decía: – Papá, ¿Puedo coger tres botellas de este vino y probamos, a ver qué tal se vende?, y normalmente accedía.
Siempre me he considerado un camarero vendedor, y no me gustaba ofrecer los mismos vinos a los clientes habituales. Me gustaba ofrecerles otros distintos para tratar de sorprender. Y me leía las etiquetas, tratando de memorizar las uvas con las que se elaboraba, la región y sus meses de crianza, para cuando me preguntaran, soltar la información con rapidez y seguridad, aunque si me preguntaban algo más, me ponía colorado como un tomate al no saber qué contestar.
Así comencé haciendo mis primeras cartas de vino para el restaurante. Esa breve lista con no más de veinte vinos pero que para mí era tan importante. Era mi parte. Era mi momento favorito del servicio. Descorchar, dar a probar y servir.
Y si gustaba a los comensales, una sonrisa se dibujaba en mi cara y me animaba a descubrir nuevos vinos para incorporar a esa lista.
Mi interés crecía, hasta que un día, un cliente me habló de la figura del sumiller. Yo no había escuchado esa palabra y me comentó que era la persona encargada de los vinos en los grandes restaurantes y hoteles.
– ¿Por qué no estudias y te formas como sumiller?, me dijo.
– ¿Y eso dónde se estudia?, me encantaría, le respondí.
– En Madrid hay un curso que se imparte en la Cámara de Comercio, deberías informarte.
– Muchas gracias, así lo haré.
Y desde que me inscribí al curso y tuve a mi alcance toda la información que nos daban, se abrió ante mí un mundo desconocido que me impresionó sobremanera.
Historia, viticultura, vinificación, crianzas, servicio…
Compañeros que sabían casi tanto como los profesores. Algunos de ellos trabajando en los mejores restaurantes y hoteles de la capital. Incluso a mi lado se sentaba uno que venía de la Casa Real…
Un universo “colosal” que comenzó entonces y que ahora es mi vida.
Una carrera de fondo donde no se para, donde la formación continua es parte de esta, nuestra forma de vida. Catas, visitas a bodegas, estudio y más estudio.
Y así nació Grand Cru Academy, juntando fuerzas con otros apasionados del vino, para ayudar a otros que quieran estudiar y crecer personal y profesionalmente en este apasionante mundo.
Un mundo en el que comenzar con buen pie es fundamental, y donde construir unos cimientos sólidos te permitirán llegar hasta donde quieras.
Y ese ha sido el objetivo del nuevo curso que nacerá en unos pocos días. Un curso básico, que sirva de introducción para aquellos que se inician con ganas e ilusión, como yo lo hacía leyendo etiquetas, y puedan adentrarse en el conocimiento a través de la comodidad de la formación online, estudiando cada uno a su ritmo, desde cualquier lugar y a cualquier hora.
Un curso donde los profesores son todos profesionales sumilleres de reconocido prestigio, que aportan su conocimiento y experiencia, usando siempre un lenguaje claro, directo y sin tecnicismos, para que sea entendible por todos.
Orientado tanto para profesionales de hostelería que se dedican a otras facetas del oficio, pero que quieren dar el primer paso en esta materia, como también para aficionados, los llamados “winelovers” o amantes del vino, que, sin intención de dedicarse a la profesión, quieren profundizar en el conocimiento por motivación personal y también, para llegar a ser unos perfectos anfitriones en casa y gestionar su propia bodega.
En las diez lecciones que componen este curso, hemos pretendido transmitir de manera práctica, sencilla, directa, amena y didáctica lo que consideramos más elemental de los múltiples aspectos del mundo del vino, pero sin perder el rigor, la profesionalidad ni el fondo del asunto.
Tras realizar este curso no serás un experto, para ello hacen falta muchas “horas de vuelo”, dedicación, horas de estudio y vinos catados, pero pretendemos despertar tu curiosidad y quien sabe, quizá sea el comienzo de tu nueva “forma de vida”.
Salud.
Álex Pardo
Director de Grand Cru Academy
Excelente relato querido compañero del recorrido que nos muestras en tu carrera y que nos identifica a muchos… Deseando que este nuevo curso vea la luz y orgullosa de colaborar personalmente en él!!! Un saludo Alex y enhorabuena!!!
Hola Cristina!! Muchas gracias por tu comentario. Me alegro mucho que te haya gustado el post y que te sientas identificada. Creo que muchos de los compañeros del oficio tenemos unos inicios similares. El nuevo curso saldrá en unos días, y ha sido un verdadero placer que hayas colaborado con tu gran conocimiento y experiencia. Un lujo tenerte en nuestras filas y seguro que los alumnos agradecerán. Un abrazo fuerte.
Excelente presentación Álex !
Hola Jesús! Muchas gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado. Aquí nos tienes para lo que necesites. Bienvenido a Grand Cru Academy.
Enhorabuena Alejandro por el articulo. Solo comentar que ya son muchos años los que nos conocemos y tu naciste con un sacacorchos bajo el brazo.
Hola Antonio!! Muchas gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado el artículo. Hace ya unos pocos años que nos conocemos y siempre digo que gran parte de culpa, de esta pasión mía por la hostelería y el vino, es tuya. Tu labor en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid es encomiable. ¡Felicidades!